lunes, 31 de octubre de 2011

La OSECI presenta... ¿A dónde van los Muertos? (II)

~En la entrada anterior…~

Bell ha tenido la extraordinaria idea de organizar una excursión al Festival de las Calaveras, donde una de las paradas obligadas resulta ser el recorrido de Mitos y Leyendas en uno de los cementerios de la ciudad. Sus chicas de la OSECI, así como el resto de los excursionistas, no están seguros de que sea buena idea entrar allí, pero no les queda de otra. Además, han sido advertidos para no causar alboroto (algo fácil de recordar al ver la katana que Bell lleva a la espalda). ¿Qué va a pasar en ese cementerio, de noche, con una luna llena apenas iluminando donde no hay otra luz?

Estamos por averiguarlo.

~En el Panteón de la Cruz y el Panteón de los Ángeles, Aguascalientes…~

Para entender un poco el asunto, hay que situarnos espacialmente en el escenario.

El Panteón de la Cruz, uno de los más conocidos de Aguascalientes, está ubicado en uno de los barrios más antiguos de la ciudad, el barrio de Guadalupe. Si uno se sitúa en un pequeño jardín con la puerta del Panteón de los Ángeles de frente, a la izquierda quedará la entrada del Panteón de la Cruz, de cantera y en forma de omega. En realidad, los dos cementerios han quedado prácticamente unidos al pasar de los años, por lo que se puede ir de uno a otro con cruzar unos cuantos pasillos entre las tumbas. El camposanto, para su organización, se divide en secciones, y entre más al fondo esté una sepultura, más antigua suele ser.

El grupo de la OSECI y sus acompañantes de excursión usaron la puerta del Panteón de la Cruz (la que tiene forma de omega) para entrar al lugar. Al instante vieron que era la menos oscura, aunque quizá se debía a que quedaban unas cuantas personas en las oficinas de administración. Bell se reunió allí con un par de personas, una de las cuales les resultó bastante familiar a las Sacerdotisas.

—Ay, no —musitó Carmen inesperadamente.

Bell regresó a la puerta seguida por aquel par de personas. Una de ellas, de cabello rojizo y sonrisa alegre, blandía una varita de madera a la vez que se acomodaba un sombrero en punta morado lleno de lentejuelas rojas. La otra persona, un hombre joven de cabello oscuro y ojos verdes, se ataba el cordón de la larga capa negra.

—¡Eh, es Rubí! —Veerie alzó una mano para saludar a la amiga de Bell que había visitado durante la Feria de San Marcos.

La aludida correspondió al saludo con una sonrisa, antes de alisar el vestido negro que llevaba puesto y seguir ultimando detalles con el chico de la capa.

—Momento, ¿ese no es el mesero del Inferno? —soltó May de pronto.

—¿De quién hablan? ¿Acaso Bell ya botó a Orlando? —especuló la joven mujer con el tobillo tatuado con un lazo rojo a medio romper.

Se refería al amante de Bell, un hombre mucho más joven que ella, que era conocido por ser alguien de pocas palabras, pero bastante educado (al menos para ser empleado de Doño Dann).

—No sabemos, hace mucho que no oímos de él —reconoció Carmen.

—Por cierto, ¿cómo se llamaba el mesero? —quiso saber Luna.

—¡A callar, que vamos a empezar! —indicó Nea, chasqueando el látigo.

El sonido del instrumento de tortura reverberó en aquel sitio, silencioso y pacífico, que solamente era perturbado por los lejanos sonidos de los puestos aledaños donde vendían recuerdos alusivos.

Y claro, por la presencia del grupo proveniente de Agua Imaginaria.

—Buenas noches —saludó el joven de la capa, parpadeando un par de veces para dejar medio embobadas a varias de las féminas presentes con sus ojos verdes —Bienvenidos sean al recorrido de Mitos y Leyendas que ofrece el Gobierno del Estado, en conjunto con…

Bell se aclaró la garganta delicadamente, sonriéndole un poco al joven. Él asintió con gesto de alivio y vieron cómo arrugaba una tarjeta antes de lanzarla a un bote de basura cercano.

Por supuesto, acertó.

—Antes de comenzar, deben saber unas cuantas reglas: nada de alboroto innecesario, nada de celulares, nada de cámaras fotográficas…

—¿Entonces qué tendremos de recuerdo? —se lamentó Pad de forma inocente.

Por toda respuesta, el joven sonrió ligeramente, mostrando unos colmillos puntiagudos y relucientes que, seguramente, eran un disfraz por el día festivo.

—No se preocupen por eso ahora, damas y caballeros. Lo importante es mantenerse juntos, guardar silencio cuando estén representando las leyendas y sobre todo… —el joven alzó un índice, con gesto serio —No se aparten del grupo. No querrán perderse aquí e importunar a alguien.

Todos se miraron entre sí. ¿Importunar a alguien? Quizá a los cuidadores, porque si alguien se perdía, lo tendrían que buscar.

—Esto se pondrá interesante —dejó escapar Rubí en un susurro pícaro.

Bell le correspondió con una risita.

El recorrido comenzó sin grandes incidentes. El camino a seguir entre las sepulturas lo indicaban algunas luces amarillas en pantallas de lo que parecía papel. Daban la ilusión de antorchas encendidas y eso daba un aspecto curioso al lugar.

—Veamos… Dicen que cuando la lluvia arrecia y las calles se vacían… Puede verse por ciertas aceras a una pálida mujer caminando, con el cabello ondeando… implorando por sus hijos… Buscándolos con desesperación…

El chico de la capa narraba aquello con voz ronca y lenta, en tanto a la izquierda del camino que recorrían, Luna distinguió algo.

—¿Qué es eso? —dijo, señalando una figura a lo lejos.

Era una silueta femenina vestida de blanco, con el cabello largo y paso lento. Un gimoteo voló hacia ellos arrastrado por el viento.

—¡Ayyyy, mis hiiiijoooos…!

Joke y Pad se abrazaron una a la otra. May dio un resoplido de fastidio.

—¡Seguro es una actriz o algo! —aseguró.

—Pues si es una actriz, ¿dónde se metió? —preguntó de pronto Writer.

La Alcaldesa miró en la dirección donde había estado la figura.

Ya no había nadie.

—Dicen que en la calle de Nieto… A partir de medianoche… Si no tienes cuidado… Una mujer vestida de negro y cubierta con un velo… Te mostrará la cara del demonio…

La narración del joven había continuado sin que las SECI’s se dieran cuenta, además de que se habían quedado un poco atrás. Corrieron a emparejarse con el grupo. Carmen le tocó el hombro a una persona de negro que pensó sería Baru, pero entonces esa persona se volteó y…

—¡No es cierto! —gritó la Diosa Menor de Marzo.

Bajo un velo de encaje negro, la mujer mostraba un rostro desfigurado y ojos llameantes, como si una luz sobrenatural habitara en ellos. La mujer les dedicó una carcajada sarcástica antes de avanzar por otro de los pasillos a oscuras y perderse de vista.

—¿Qué demonios está ocurriendo? —quiso saber Nea, que en ese momento regresaba un par de metros para buscar a las chicas de Bell.

—Primero la mujer que busca a sus hijos, luego la mujer endemoniada, ¿qué sigue? —inquirió Mery, sarcástica.

—Cuidado al andar por la Sierra Fría de noche… Allí se rumora sobre un hombre maligno… Que para cazar, puede convertirse en animal…

El joven de la capa iba ya varios metros adelante cuando el dueño del Palacio, que había acudido a la excursión acompañado por su esposa (a la que por cierto, casi nadie en Agua Imaginaria conocía), dio un brinco al ver lo que se colocaba delante de él.

Un perro imponente, pastor alemán, casi del tamaño de un lobo, que le enseñaba con fiereza los dientes.

—¡Bell, espéranos! —rogó Veerie, dejando atrás a varios de sus compañeros.

Ya todo el mundo se estaba poniendo de nervios con lo que les salía al paso, acorde con lo que el joven guía iba narrando. El grupo no tardó en volverse nuevamente compacto, lanzando a los hombres al frente (el esposo de Janni, Doño Dann, el Inquisidor y aquel chico que por San Valentín había batallado con un relato romántico, pero del cual varios no recordaban el nombre). Las chicas de la OSECI, con discreción, habían sacado sus propios palitos de madera, esperando con vana ilusión no tener que usarlas.

—Si vas al parque Héroes Mexicanos… Procura no quedarte hasta tarde… Allí era el antiguo aeropuerto… Una niña y su muñeca fueron degolladas en un accidente… y desde entonces… el cuerpo de la niña pasea por allí, con la cabeza de su muñeca como propia…

Los varones estaban atentos a cualquier sonido que ni fuera el de la voz del narrador y el que salía de bocinas ocultas por el camino. Así que cuando una manita sujetó a Doño Dann, éste brincó del susto, sobresaltando al marido de Janni y al Inquisidor (el chico del mentado relato romántico se había quedado paralizado).

Veían a un ser aterrador. Una niña de vestido ensangrentado con holanes blancos y azules, el cuello chorreando y del cual salía una cabeza con el inequívoco aspecto de una primorosa muñeca de largos rizos castaños. Sus ojos, fijos y azules, miraban a los miembros del grupo con curiosidad, para luego musitar con voz infantil y grotescamente distorsionada.

—¿Quieren jugar conmigo?

Había sido suficiente. Bell podía intentar cortarlos con su katana, Nea los azotaría con su látigo (era lo más seguro), ¿pero qué más daba? Los excursionistas salieron despavoridos hacia la primera salida que encontraron, que resultó ser la puerta del Panteón de los Ángeles. Fue así como se dieron cuenta que habían sido llevados en círculos por el camposanto y ya se les estaba pasando el susto por las ganas que tenían de gritarle a Bell cuando una figura encapuchada, luciendo un hábito de monje, los saludó de forma resonante.

—Ave María Purísima.

Iban a contestarle cuando el grito de Writer los alertó de qué estaba mal con ese monje: su ropa estaba polvorienta, esa clase de hábitos ya no eran comunes en la actualidad y una de sus manos, que sostenía un farol, estaba descarnada, delgada… huesuda.

Todos salieron definitivamente del panteón, directamente al hotel, decididos a no dirigirle la palabra a Bell en un buen tiempo, empezando en el momento que pisaran de nueva cuenta Agua Imaginaria.

Al ver cómo escapaban sus excursionistas, Bell sonrió con satisfacción, mirando a Rubí (la figura de blanco imitando a La Llorona), a la seudo–madre de Doño Dann (a la que había conocido por mero accidente en la plaza del pueblo e invitó a que interpretara a la Niña con Cabeza de Muñeca) y a su joven amigo de capa, que ocultaba tras de sí a quien amablemente hizo de muerto viviente vestido de monje (que no era otro que el tal B, que accedió a la petición de su tierna novia y su todavía más tierno látigo). Y claro, también le dedicó una miradita a Nea, quien se había lucido riendo como maniaca al interpretar a esa mujer de negro de la calle Nieto.

—¿No nos pasamos, Bell? —quiso saber la seudo–madre de Doño Dann —Mira que Dann tuvo una mala experiencia con las muñecas y…

—Oh, vamos, ya me debía unas cuantas —declaró Bell sin pizca de vergüenza, haciendo reír por lo bajo a quien sabía, era una admiradora a morir de cierto personaje rubio y cierto personaje de literatura inglesa —Espero que eso les deje tal susto que nunca quieran hacer escándalos en un panteón. Es lo único que les falta. Disculpen las molestias —susurró, girándose hacia el oscuro y silencioso interior del cementerio, haciendo una reverencia —Mis respetos por permitir esta locura. No molestaremos más.

—Hablas como si alguien te fuera a contestar —señaló Nea, dando por perdida a la Fundadora y Líder Suprema de la OSECI y acompañando a B para que pudiera quitarse el disfraz en las oficinas de administración del lugar —Aunque claro, ¿qué puedo saber yo?

Los demás se fueron marchando, dejando a Bell sola con el joven de la capa.

—Gracias por la ayuda, espero no haberte causado muchos problemas.

—No, claro que no. Al contrario, me dio gusto que llamaras, Bell. Pensé que después del desastre de la feria…

—Sí, aquello fue un caos…

—¿Vamos a los puestos de los muertos? Te invito una calaverita de chocolate.

Relamiéndose por adelantado, Bell se fue con el muchacho, sin darse cuenta que algunas siluetas translúcidas se asomaban entre lápidas y criptas, viéndola marchar.

—Buen trabajo, muchacha —susurró una de las figuras, de una mujer encorvada, con arrugas y cabellos grises, mostrando una sonrisa desdentada —Estoy orgullosa de ti. Buen trabajo.

Acto seguido, las figuras volvieron al sitio del cual salieron.

A sus lechos de tierra, a su descanso eterno.

miércoles, 26 de octubre de 2011

La OSECI presenta... ¿A dónde van los Muertos? (I)



Agua Imaginaria está tranquila. Sí, demasiado para albergar a un grupo de chicas que tienen ideas cada vez más locas. Pero vamos, eso no es tan malo, ¿cierto?

A no ser, claro, que se acerque una fecha en específico. Por fortuna, los habitantes de Agua Imaginaria no sufrirán las consecuencias… No demasiado, al menos.

~En la biblioteca…~

Suenan las doce de la noche en la residencia de la OSECI. Bell ha estado ordenando documentos, haciendo algunos balances, pensando en cómo cazar más incautos... En fin, nada fuera de lo ordinario. De pronto, algo la hace mirar el calendario.

Octubre. Es una buena época. Si quitabas los huracanes, y un incipiente frío, y que ninguna de sus chicas era constante con eso de barrer las hojas secas… Sí, octubre era un buen mes.

Terminó de ordenar.los documentos, acomodándolos en montones que revisaría con más calma por la mañana (o mejor dicho, en unas horas). Iba a salir de la biblioteca cuando una especie de alarma sonó en su cabeza. Algo así como un gong, pero menos fuerte.

¡Claro, esa era la solución! La idea comenzaba a formarse en su mente con lentitud, pero seguro que en un par de días la tendría armada. Total, sus chicas siempre estaban dispuestas a correr una aventura.

Bell no sabía la de problemas que se le venían encima.

~Al día siguiente, en el salón principal de la residencia…~

Las SECI’s estaban distribuidas en los sillones, en sillas y una que otra (Luna y Carmen) se habían sentado directamente en el suelo, sobre mullidos cojines. Les había dado quién sabe qué por ver videos y ponían grabaciones de acontecimientos memorables: la inauguración de la residencia, el de May autorizando fuegos artificiales (actualmente, a la Alcaldesa ya le da risa mirarse), uno de la Noche de Ellas en el Palacio (que seguro Mery y Carmen habían conseguido) e incluso se coló un video hecho en la Feria de San Marcos, con el celular de Joke. Así, Bell era la única ausente y cuando las jóvenes terminaron su sesión casera de cine, la Fundadora y Líder Suprema hizo su aparición, causando un grito de espanto.

Traía puesta una máscara de calavera y calado en la cabeza, un sombrero de ala ancha con flores de colores.

—¿Qué narices te pasa, Bell? —quiere saber Writer, con la respiración agitada.

—Perfecto, esto da miedo —comentó la Líder sin hacer mucho caso a la Sacerdotisa Escribana… O eso creían —Señoritas, ya que estamos escasas de fondos otra vez, y es el mes de octubre, se me ocurrió algo.

¡Ay, no, ahí va!, fue el pensamiento general de las chicas.

—No sé si sabrán de dónde saqué la imagen —Bell dio un giro completo, mostrando que en vez de su túnica morada usual, llevaba un vestido negro con encajes que hacía juego con el sombrero —pero mi ciudad ofrece en estas fechas un festival. Así que pensé que no estaría mal organizar una excursión, invitando a la gente del pueblo, y así matamos dos pájaros de un tiro.

—¿Matamos? —inquirió Luna, perspicaz.

—Bueno, los mato yo. Mi madre cumple años el día de Todos los Santos y quiero visitarla.

Ah, eso explicaba algunas cosas. Pero quedaba la intriga del atuendo. Al menos hasta que Mery y Veerie abrieron los ojos como platos.

—¡La Catrina! —exclamaron al unísono.

—¿La qué? —quiso saber May, ofuscada por perderse algo.

—La Catrina, una sátira a la muerte, obra del grabador José Guadalupe Posada, que se considera prácticamente de mi ciudad —contestó Bell con cierto orgullo —Señoritas, la excursión será para ir a disfrutar el Festival de las Calaveras.

Mery y Veerie, que sabían más o menos de qué trataba aquello, dieron brincos de gusto, pero las demás se miraron unas a otras, un poco preocupadas.

—Etto… Bell–sama, ¿no veremos calaveras de verdad, o sí?

—¡Claro que no, Joke–chan! Aunque quién sabe qué leyendas pondrán esta vez en el recorrido nocturno del panteón…

Al oír la palabra “panteón”, Writer y Pad sintieron un escalofrío, lo mismo que Joke.

Para su desgracia, Bell no lo notó y siguió hablando.

—… Cada año ponen leyendas diferentes. En fin, ya lo consultaré —regresó la atención a sus chicas —Vamos, preparen carteles, anuncios, la recaudación, consigamos un autobús —la Fundadora y Líder Suprema sonreía con tal alegría que algunas de las chicas se contagiaron y se pusieron en marcha —Ah, y por cierto, voy a llamar a alguien para que me ayude con las finanzas, al menos por este viaje. Así que pobres de ustedes como intenten algo, porque sufrirán por ello.

Al alejarse Bell emitiendo una risita, las demás sintieron el mismo escalofrío que Writer y Pad, pero un poco más intenso.

Ya sospechaban quién vendría. Y no les hacía ninguna gracia.

~Días después, a la entrada de la residencia…~

Un enorme autobús gris claro con el letrero de una famosa empresa de transporte espera a llenarse. Junto a la puerta, Bell revisaba las hojas puestas en un sujetapapeles con ojo crítico, tachando algunas cosas y subrayando otras. Al final, se acomodó los anteojos y miró a su alrededor, entre alegre y resignada.

Ya se imaginaba que pocos en el pueblo querrían ir a una excursión planeada por la OSECI. Sus chicas serían lo mejor del mundo, pero estaban un poco locas. Y eso lo decía ella, la Fundadora y Líder Suprema.

Además, estaba el otro “inconveniente”.

—¡Ya, déjanos en paz! —se quejó por todo lo alto una Alcaldesa indignada.

—Etto… May–nesan, no deberíamos…

—¡Olvídalo! ¡Yo no negocio con esa lunática!

—¿Qué dices de mí, May?

—¡Dije lunática, no Luna! Lávate las orejas.

La Messias le dedicó una mirada furibunda a May antes de subir al autobús a toda prisa, cargando a la espalda una mochila con los colores de su amado Barça.

—Vaya, vaya… Soy una especie de Indeseable por aquí, ¿eh?

Bell se encogió de hombros ante la persona de largo pelo rizado y ojos destellantes que acababa de colocarse a su lado. Era una chica linda, por algún motivo se había puesto un par de mechones de color verde y la sonrisa que ofrecía, normalmente simpática, tenía un dejo de…

—Déjalas. Lo que pasa es que les recortaste los gastos y no están nada contentas. Por otro lado, conseguimos el autobús y el hotel a buen precio, así que luego te lo agradecerán, Nea.

La chica de pelo rizado sonrió un poco más y Bell descubrió qué tenía tan tímidas a sus chicas: Nea Poulain podía ser una persona competente en cuanto al manejo de las finanzas de un montón de locas inofensivas, pero igualmente tenía su vena de locura.

Invitar a Nea a ayudarla no fue tarea sencilla. Para empezar, Bell tenía bien claro que Nea querría su parte de ganancias. No sabía si podría dársela, pero eso se discutiría sobre la marcha. Por otro lado, la jovencita quería llevar a un tal B, cosa que se arregló con facilidad. Fue al meterse en los gastos de las demás que realmente sintió que las cosas podrían ir mal.

May y Joke lloriquearon por la reducción de la dotación de chocolates.

Mery y Veerie no pudieron comprar música nueva.

Luna tuvo que tragarse el coraje de su vida por no ver cuatro (¡cuatro!) partidos donde jugó su seudo–marido.

Writer y Pad estaban limitadas al extremo con sus artículos de primera necesidad.

Carmen refunfuñó como nunca por no poder comer con sus amigos guapos cuando quería.

Y Bell… Claro, Bell había hecho sus sacrificios también, evitando toda librería que se le cruzaba enfrente para no gastar lo que ganaba como contadora de Doño Dann allí.

Pero Bell comprendía la razón de los recortes. Ella misma era contadora. Así que dejó que las SECI’s hicieran su berrinche todo lo que quisieran, pero cuando llegaran a Aguascalientes…

Sí, cuando llegaran, verían que había cosas más importantes por las cuales preocuparse.

~Esa misma noche, en Aguascalientes, Aguascalientes… Aguascalientes…~

—Debe ser una broma.

Joke se escondía tras Pad, quien se escondía tras May, quien a su vez estaba petrificada.

Luna y Writer pensaron que finalmente habían vuelto loca a su Líder.

Carmen y Mery se preguntaron si su condición de Diosas Menores no debió advertirles que algo raro planeaba Bell.

Nea se limitó a arquear una ceja mirando a una Veerie que se encogía de hombros.

Bell, por supuesto, estaba encantada.

—¡Bienvenidas sean al recorrido de Mitos y Leyendas! —anunció, dichosa, la Fundadora y Líder Suprema.

Cuando llegaron a la ciudad y vieron el hotel a donde llegaron (Hotel Francia, prácticamente en el Centro), las SECI’s al completo dejaron de despotricar contra Nea. Alabaron su modo de recaudación, su sentido de la economía, su planificación… Hasta que Nea, haciendo gala de su carácter, chasqueó algo en el aire que alejó a todos los excursionistas a tres metros de distancia. El látigo de Nea, de un negro reluciente, era legendario, y era otra razón para temerle a la joven de pelo rizado. Así que se contuvieron todos en sus felicitaciones y pasearon un poco tras repartirse las habitaciones.

—¡Quiero beber algo! —gritó una chica bastante conocida por muchos, sobre todo por el video de cierta Encargada de los Chocos pasada de copas.

—Tato, te quiero, pero si vas a beber, ¡invita! —May se le unió enseguida.

Los otros integrantes de la excursión se dispersaron por el resto de la tarde, aunque tenían instrucciones de reunirse con Bell en cierta dirección. Así lo hicieron y se llevaron la sorpresa de sus vidas.

Bell los había citado a la entrada de un cementerio.

—Está bien que me gusten las historias de muertos vivientes, ¿pero esto? —comentó una joven mujer de acento español y con un lazo a medio romper tatuado en un tobillo.

—Amor, será divertido —animó su marido, un hombre de aspecto joven y ojos de viejo.

—Mujer, no me harás entrar allí ni de broma —exclama ese curioso hombre del que Bell a veces olvidaba su nombre, aunque ha oído que lo apodan el Inquisidor, por criticarlo todo.

—No será tan malo —apuntó la que debe ser su esposa, una chica bastante bonita que por algún motivo que nadie entiende, lleva una especie de túnica negra sobre la ropa. Como si hubiera presentido a dónde iría esa noche —No seas tonto.

—Bien, damas y caballeros, formen una fila —ordena Bell a continuación, batiendo las palmas —Hemos tenido que ahorrar mucho para que las oficinas nos dejaran este recorrido a nosotros solos, porque normalmente los grupos son de cincuenta o más, pero seguro nos divertiremos. Y desde ahora se los advierto: nada de burlas, nada de separarse del grupo, nada de celulares sonando a media función o lo pagarán.

Bell se llevó una mano por encima del hombro derecho y todos tragaron saliva al darse cuenta de lo que hacía: sujetaba la empuñadura de una perfecta, bellísima y sin duda letal katana. ¿Cómo es que la dejaban circular en la calle con eso a cuestas? A juzgar por su atuendo (pantalón de mezclilla, blusa estilo oriental de manga larga color rojo oscuro, zapatos negros bajos), seguro que si un policía la vio, pensó que se disfrazó de algo, por las fiestas.

—En fin, boleto en mano —pidió Bell, en tanto Nea, meneando su larga cabellera con los dos mechones verdes peinados hacia atrás, repartía unos boletitos largos con un dibujo en blanco, negro, gris y algo de rojo —Vamos a entrar.

Ante eso, las muecas no se hicieron esperar

~Continuará…~

domingo, 23 de octubre de 2011

Arcano XIII: La Muerte


Debí sacar esto hace un par de días. Pero no me culpen, que de verdad, apenas sé dónde tengo la cabeza (clásico de su servidora últimamente, pueden ignorarla).

Como sea, he avisado que el seleccionado para El Colgado fue Severus Snape. Eso lo saben quienes han leído el último capítulo de LAV, titulado "Sobre la pista". El Loco sigue en duda, aunque esa propuesta que me llegó (gracias a Fox/Lunática) es interesante. Tengo que pensarla un poco más.

Ahora, el siguiente Arcano. La Muerte también es conocida como El Arcano sin Nombre. Si no me creen, pónganse a leer algún artículo acerca del Tarot. Como sea, la imagen es del manga X, como las anteriores, de Seishiro Sakurazuka, un Dragón de la Tierra con una personalidad bastante rarita para mi gusto... Y no me agrada mucho este hombre por hacer sufrir a Subaru (el personaje que aparece en El Colgado, por si lo olvidaron). Sakurazuka es un personaje del citado manga, aunque se supone que salió primero en una historia llamada Tokyo Babylon y claro, hace sus cameos en TRC.

Y para ayudarles a proponer personajes, les paso a informar que normalmente, sacar la carta de La Muerte en una tirada de Tarot no es tan malo como muchos creerían. Su significado general es el de transición, transformación, un cambio drástico que se podría considerar prácticamente definitivo. Ya si el significado es bueno o malo, depende de la posición de la carta (derecha es un nuevo comienzo; invertida, puede indicar pérdidas o incluso muerte real) y del resto de la tirada.

Muy bien, me despido. Cuídense mucho y nos leemos pronto.

domingo, 2 de octubre de 2011

Sobre la 43 Feria del Libro Aguascalientes (II)

Buenas, gente, bienvenidos sean de nuevo a este espacio.

Como habrán adivinado (o quizá ya lo esperaban, si es que me siguen en Twitter), ayer acudí por segunda ocasión a la Feria del Libro Aguascalientes en su edición número cuarenta y tres. Válgame, lo recién escrito es como repetición de la entrada pasada, jajaja. Como sea, la de ayer fue una ocasión especial, puesto que era uno de octubre. Si alguien sabe qué quiero decir, favor de no divulgarlo más de lo necesario (aunque ayer en Twitter di una pista).

Pensaba hacerle caso a alguien (cofNeacof) y adquirir la trilogía completa de Memorias de Idhún, pero ¡oh, desilusión! Ya no hallé el primer libro. Compré el segundo y el tercero (junto con Un mundo feliz, El Castillo Ambulante, El Castillo en el Aire y El Club de la Buena Estrella, aunque no todos en el mismo puesto), pero no pienso leerlos hasta conseguir el primero. Total, con la torrecilla de libros pendientes que tengo (que con las más recientes compras ha aumentado de altura), tendré tiempo de sobra para conseguir ese ejemplar.

Igualmente me puse de generosa con mi hermana y mi cuñado y les compré algo a cada uno. Mi cuñado es fan de Mario Benedetti, quiso uno de sus libros de poemas (yo a ese autor casi no lo conozco, solo tengo una obra suya, La borra del café); mi hermana, en cambio, buscaba por todos lados El señor de las moscas, pero solo encontró la película.

Ah, pero hoy volví a ir y terminé comprando más libros (La Historia Interminable y la trilogía de Ghostgirl)... Por eso ahora me siento auto-desfalcada, jajajaja. Ya ni quiero pensar en cuánto dinero gasté, porque me va a dar algo. Lo que sí puedo decirles es que me he quedado bastante a gusto (menos por lo del primer libro de Memorias de Idhún, claro). Pero en fin, a chambear duro para hacer otro guardadito y felicidades a la Feria del Libro Aguascalientes por su éxito. Hasta el próximo año.

Cuídense mucho y nos leemos pronto.