miércoles, 2 de abril de 2014

Describiendo a... (LXXXIII)

Título: Jane Eyre (en el original, igual).

Autor: Charlotte Brontë.

Sinopsis: Singular desde su complicada infancia de huérfana, primero a cargo de una tía poco cariñosa y después en la escuela Lowood, Jane Eyre logra el puesto de institutriz en Thornfield Hall, para educar a la pupila de su atrabiliario y peculiar dueño, el señor Rochester. [...] Pero la casa y la vida de Rochester guardan un estremecedor y terrible misterio. (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).

Editorial de mi ejemplar: Alianza Editorial, S. A.

¿Qué les puedo decir? Ni idea de por qué me dieron ganas de leer este libro. En serio. Quizá ganas de leer menos fantasía, o por acercarme a más clásicos... El punto es que busqué alguna edición bonita y barata y me topé con la que tengo, de una editorial que en mi vida había oído nombrar. Pero como con muchos pendientes, se iba a la cola. Si no mal recuerdo, fue adquirido en una de mis primeras compras en línea a la Gandhi, ¡y eso fue prácticamente hace dos años! (Bell casi se va de espaldas). Lo dicho, debo leer más y comprar menos. Pero dejemos eso de lado por el momento.

Jane Eyre es una niña que, tras la muerte de sus padres, es albergada por su tío, el señor Reed, hermano de su madre, pero el hombre muere y su esposa queda a cargo de la pequeña, que dicho sea de paso, no le cae muy bien. Jane, después de algunos altibajos, es enviada a un colegio internado, Lowood, donde permanece varios años, primero como alumna y luego como maestra. Sin embargo, conforme pasa el tiempo tal vida le es insuficiente y decide, osadamente, anunciarse como institutriz en un periódico, consiguiendo con ello la respuesta de una tal señora Fairfax, en un condado alejado de Lowood, donde pretende empezar una nueva vida, pero en la que conoce el amor en la figura de su amo, el señor Rochester, pero quizá no todo sea felicidad.

Aunque la época es, decididamente, una en la cual las mujeres eran educadas para ser dóciles, aseadas y siempre al pendiente de los varones (ya sea padres, hermanos o maridos), Jane se sale de la media con su deseo de independencia, fomentado quizá por su deseo de no estar cerca de la señora Reed y los hijos de esta, que no la quieren mucho que digamos. Además, la educación que recibe en Lowood, austera y rígida, la convirtió en una persona prudente, paciente y anodina, al menos la mayor parte del tiempo, aunque cuando la alteran en demasía, muestra un temperamento que sus contemporáneos llaman "apasionado" y que a nosotros simplemente nos resultaría intenso, vivo, de una mujer que defiende sus convicciones.

Como últimamente me había alejado de literatura conocida como "clásica", temí que la repentina decisión de querer leer Jane Eyre fuera un error. Sin embargo, en general la novela me gustó, si bien hay detalles que, debido precisamente a la época en la que se desarrolla la historia, terminaban exasperándome. Pero con recordar que debía tenerle paciencia, ya que no era mi tiempo, bastó para apaciguarme. Casi siempre. Y no terminé odiando a Jane aunque fuera quien narrara todo (Bell rueda los ojos).

Si les interesa algún clásico de la literatura inglesa, Jane Eyre es buena opción, pero como yo, ármense de paciencia para leer ciertos pasajes, acordándose bien que las costumbres que vivía Charlotte Brontë no eran las mismas que los nuestras. Así no acabarán tan incómodos.

Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.

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