miércoles, 30 de julio de 2014

Describiendo a... (LXXXIX)

Título: 1984 (en el idioma original, igual).

Autor: George Orwell.

Sinopsis: [...] El protagonista de este relato es Winston Smith, símbolo de la rebelión contra el aspecto más repugnante del imperialismo de la clase dirigente británica, que se han apoderado de la vida y de la mente de todos sus gobernados, hasta el grado de espiarlos a cada segundo con sus numerosas cámaras instaladas hasta en los sitios más recónditos de la ciudad. [...] (Extracto de la contraportada de mi ejemplar).

Editorial de mi ejemplar: Ediciones Leyenda, S. A. 

¿Qué les puedo decir? A veces tengo mis arranques y leo cosas que no tienen ninguna relación con mis géneros favoritos. Ya sea porque quiero un cambio temporal, porque llamó mi atención o por cualquier otra razón que se le parezca. En serio, mis arranques a veces son bien raros. Así, un día se me antojó saber de qué diablos trataba 1984, que podría considerarse una de esas distopías que están tan de moda, ¡y se publicó en 1949! Echen cuentas, para que vean...

En esta historia, ambientada precisamente en el año 1984, conocemos a un hombre de mediana edad que es miembro del Partido, organización que controla una de las tres superpotencias en las que existen en una Tierra azotada por la guerra. Winston Smith, el protagonista, trabaja en "corregir" documentos pasados para que coincidan con lo que dice el Partido; esto es, los modifica para que el Partido siempre aparezca como una institución infalible. En este futuro probable (al menos desde la perspectiva del autor, recuerden el año de publicación mencionado anteriormente) lo conocido como Londres es una de las tantas urbes pertenecientes a Oceanía, y en ella se educa a los niños para ser unos perfectos soplones, se estimula a los adultos para que odien al enemigo del Estado y amen a la imagen del Partido (representado por un sujeto sin nombre, solo mencionado como Gran Hermano) y donde el pasado no es más que lo que el Partido decida, así como las verdades absolutas alrededor. En este panorama, la gente no piensa por sí misma, sino lo que se les enseña, sobre todo porque con cualquier indicio de rebelión, se da la alarma a través de las numerosas telepantallas (parecen televisores, pero al mismo tiempo captan sonido a la inversa, por lo que las personas son constantemente vigiladas), así puede castigarse a quienes han cometido una "infracción". Aunque Winston empieza a tener algunas ideas al respecto que, por supuesto, no le van a durar.

Es escalofriante leer cómo cada cosa es controlada por el Partido, se los digo en serio. Gestos tan cotidianos que cada quién puede hacer, en el Londres de 1984 se consideran un crimen y quienes den la apariencia de estar contra el Partido, son inmediatamente desaparecidos y, en ocasiones, vaporizados (una expresión que bien podría significar que se les mata, aunque nunca se deja claro ese punto). Lo peor es que, cuando una persona desaparece, lo hace de manera literal: no queda de ella nombre, fotografías ni cualquier prueba material de que alguna vez estuvo sobre la faz de la Tierra. Así las cosas, aunque en apariencia la vida en ese Londres es mejor que antes, ¿quién querría semejante existencia? ¿No sería mejor el arresto, junto con la posterior tortura y (probable) muerte? No soy quién para decirlo, debido a la sociedad en la que vivo y que, con ciertos detalles, sí me tiene medianamente "esclavizada" a un modo de actuar y pensar, en favor de una entidad más grande. La única diferencia, creo, es que en nuestra realidad todavía pienso y hago lo que quiera, aunque me equivoque, mientras que en el ambiente de 1984, si haces algo por ti mismo, para tu propio beneficio, es posible que sea tu último acto.

Si les gustan los futuros alternativos, puede que 1984 sea una buena opción de lectura. Solo les advierto que, debido a que algunas de sus ideas son meramente políticas, no se extrañen si se topan con largas explicaciones sobre ciertos puntos, que aunque valen la pena, a mí casi me duermen un par de veces (literalmente, no es una broma eso de dormirse. Se nota que Bell no estudió nada relacionado con la política).

Cuídense mucho y nos leemos a la próxima.

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