sábado, 1 de agosto de 2015

Tinta a la Carta LXXVI: Desayuno en tres tiempos

~Entrada~
Hechizados
(Alex Flinn)
[…] —¿Y tú? ¿Quién egues, y qué haces?
Las palabras me fallan. ¿Por qué querría saber de mí?
—¡Di algo! —sisea Farnesworth, aporreándome la espalda. ¡Como si él fuera muy elocuente!
Yo digo:
—Soy Johnny. Yo... —Y un segundo antes de decirlo, me avergüenzo de ello—. Reparo zapatos. Mi familia lleva la tienda de reparación de calzado de ahí. —Gesticulo hacia las tiendas del hotel.
—¡Zapatos! —Bate las palmas como si fuera la noticia más maravillosa que ha oído nunca—. ¡Me encantan los zapatos! ¡Tengo una maleta llena de ellos!
Me río. Por supuesto que sí. Es una princesa.
—¿Te guíes de mí? ¿Crees que mi amog pog los zapatos es...? ¿Cómo decís vosotros...? ¿Supegficial?
—No...
—Tal gez lo sea. Pero creo que los zapatos son mágicos, como en «Cendguillon»... «Cenicienta» paga vosotgos... o «Las Zapatillas Gojas». Yo creo en la magia. ¿Tú no?

~Plato Fuerte~
El Hada reina de los Dientes
(William Joyce)
—Partiré —dijo —hacia Punjam Hy Loo. Recuperaré la caja de rubí y a su niña.
—Sombra… es más cruel y retorcido de lo que puedas imaginar —advirtió Norte —No puedes ir sola.
—Iremos contigo —imploró Ombric —Juntos nuestro poder es más potente.
Toothiana se volvió a mofar de ellos.
—Ese tal Sombra no me asusta en absoluto.
Dicho esto, saltó al alfeizar y se dispuso a salir volando. Pero al preparar sus alas, se torció hacia la izquierda. Su ala derecha, su preciosa ala iridiscente, colgaba inmóvil.

~Postre~
Ever After High. El cuento de Raven Queen
(Shannon Hale)
—Te quiero, madre —dijo Raven—, pero no voy a ayudarte a escapar.
La reina entrecerró los ojos y dejó caer la mano.
—Mmm. Si fueras tan malvada como te crié para que fueras, no lo dudarías. He de decir, Raven Queen, que me has decepcionado. Da igual. Estaré observando con interés de lo que eres capaz. Has heredado una capacidad infinita para la maldad verdadera y un poder apabullante. No los malgastes —se inclinó tan cerca del espejo que lo único que Raven veía eran los ojos de color violeta intenso de su madre—. ¡Dales a todos su maleficio, Raven!
Raven tragó saliva. Lo único que quería era salir de allí corriendo. El tiempo de visita terminó y el espejo se apagó. En lugar del rostro de su madre, se encontró mirando de nuevo su propio reflejo. Era realmente asombroso lo mucho que se parecían.

Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".

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