sábado, 18 de junio de 2016

Tinta a la Carta LXXXIX: Merienda en cuatro tiempos

~Aperitivo~
El mago de Oz
(Lyme Frank Baum)
QUE DOROTHY VAYA A LA CIUDAD ESMERALDA
La vieja se quitó la pizarra de la nariz, y cuando hubo leído las palabras escritas en ella preguntó:
—¿Es así como te llamas, mi amor…, Dorothy?
—Sí —respondió la niña, levantando la vista y secándose las lágrimas.
—Entonces debes ir a la Ciudad Esmeralda; tal vez Oz te ayude.
—¿En dónde está esa ciudad? —preguntó Dorothy.
—Ella se encuentra precisamente en el centro del país, y está gobernada por Oz, el Gran Mago, del que ya te he hablado.
—¿Es un hombre bueno? —preguntó Dorothy, súbitamente animada.
—Tú debes caminar —dijo la bruja sin responder a la pregunta—. Es un largo viaje, a través de una comarca que a veces resulta agradable, pero a veces es sombría y terrible. Sin embargo, yo usaré todas mis artes mágicas para que no te pase nada malo.

~Entrada~
Multiverso
(Leonardo Patrignani)
—Una dimensión paralela… Anda ya, Marco. Bonita historia, de verdad, esta vez te has superado —el tono de Alex era sarcástico y resignado al mismo tiempo.
—¡No estoy inventando nada, amigo! —exclamó con creciente agitación—. Existe documentación científica, hay montones de libros e investigaciones sobre el tema. Son cosas que sigo desde hace años, desde el día del accidente, desde que me hice esta pregunta por primera vez.
—¿De qué pregunta hablas? […]
—¿Existe un mundo donde nos hemos quedado en casa aquel día y hoy puedo caminar como una persona normal? ¿Un mundo donde mis padres aún están vivos?
—¿Y has encontrado una respuesta?
—Sí, la he encontrado, ¡ya lo creo!
La voz de Marco temblaba. Su emoción era demasiado intensa. Nunca había confiado a nadie nada de eso. A nadie, ni siquiera a Alex, le había contado que había sido precisamente el accidente lo que lo había impulsado a realizar ese tipo de estudios.
—Es el Multiverso, Alex.

~Plato Fuerte~
Trilogía del Malamor 3. El árbol de la vida
(José Ignacio Valenzuela)
—Esto es lo que le permite a Rayén cambiar de cuerpo —dijo la muchacha—. Te presento el origen de la transmutación.
Fabián se quedó unos instantes en silencio, procesando la información que acababa de recibir. Estiró un dedo con cierto resquemor y palpó la superficie de la vaina. Al tocarlas, percibió el tamaño de las semillas que se alineaban al interior de aquella vaina, e inventó algunas explicaciones para justificar que algo de apariencia tan inocente pudiera provocar un resultado tan brutal y contundente como la modificación de un cuerpo humano.
Sin embargo, lo que nunca imaginó ni en sus más desorbitadas fantasías, fue que solo en unos cuantos días estaría soplando sobre el rostro de su amada, lleno de desesperación y tristeza, el polvo de esas mismas semillas, para luego ser testigo de la experiencia más aterradora de toda su existencia.

~Postre~
Gump & Co.
(Winston Groom)
—Señor Gump, éste es Tom Hanks —anunció Elaine.
—Encantado de conocerlo —respondí, y le presenté al pequeño Forrest. […]
—¿Es usted actor? —pregunté.
—Sí. No le quepa la menor duda —contestó Tom Hanks—. ¿Y usted?
Después de escuchar durante un rato el relato sucinto de mi accidentada carrera, Tom Hanks dijo:
—Bueno, señor Gump, no se puede negar que es usted un tipo especial. Quizás alguien debería hacer una película sobre su vida.
—¡No! —respondí—. ¿A quién iba a interesarle semejante sarta de tonterías?

Con mis agradecimientos para Nea Poulain, por la idea para el ciclo de entradas "Tinta a la Carta".

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